martes, 23 de octubre de 2012

Aburrimiento y punk


Por Damián Tabarovsky

Salvo cuando escribe sobre Juan Villoro o sobre mí mismo, el crítico mexicano Christopher Domínguez Michael suele tener razón. Obviamente ése es el caso en su Diccionario crítico de la literatura mexicana, donde refiriéndose al poeta y ensayista Luigi Amara (Ciudad de México, 1971) lo define como “un individualista a la inglesa”. “Individualista” en Amara implica no la adhesión a un ideario liberal sino, al contrario, la fruición de actualizar la vieja tradición libertaria, anarquista. Y sobre lo inglés, no me es muy difícil imaginar a Amara leyendo a William Hazlitt (¿en la edición de los Ensayos fugitivos muy bien traducidos para Conaculta por Carlos Avila Flores a fines de los 90?) textos como Sobre la gente desagradable, Sobre la falta de dinero u otros por el estilo del gran ironista inglés del 1800. Sutil ironía y una perspicacia para abrir grietas entre los objetos de la vida cotidiana definen el estilo de Amara, junto a una elegancia narrativa que no podemos más que envidiar. Buena parte del mundo de Amara puede leerse por sustracción, como una resta al mundanal ruido ambiente, al movimiento de las cosas: frente a los autos, Amara prefiere al peatón, y frente al caminar rápido, el peatón inmóvil. Casi como un elogio, o mejor dicho, una reposición, el restablecimiento de las condiciones de posibilidad para pensar afirmativamente la negatividad, la quietud, la lentitud. En uno de los poemas de A pie se menciona “la inminencia morbosa del tropiezo”, tema que reaparece en los ensayos del Peatón inmóvil, en la que realiza desde una “arqueología de los desperdicios” hasta una “vindicación del necio”, para terminar desembocando en un libro posterior, llamado Los disidentes del universo, en el que defiende “el deleite de hacer cola” (“por su lentitud connatural, próxima a lo viscoso, y acaso también por su retorcimiento, la cola está menos emparentada con la serpiente y la hormiga que con el anélido, con la lombriz de tierra, para ser más exactos, cuyos anillos vendríamos a ser precisamente nosotros”). Con un eco lejano a Robert Walser, Amara expresa una sensibilidad hacia la lentitud excéntrica, las tareas menores, los inadaptados y el surgimiento de la extrañeza en medio de eso que se nos aparece, en principio, como lo más familiar. Hace unos meses, en una muy fina edición de la editorial mexicana Sexto Piso (con pie de imprenta en España), apareció La escuela del aburrimiento, seguramente su libro más acabado, donde profundiza esa sensibilidad, esa erudición, esa capacidad para atrapar “lo eterno en lo transitorio”, como exigía Baudelaire.
Pero también los ensayos de La escuela del aburrimiento dan una vuelta de tuerca, abren una perspectiva, creo, novedosa en su obra, o al menos en el repertorio de figuras literarias que pueblan su escritura. Luego de una cita hermosa de Francisco Tario (a quien tarde o temprano se empezará a leer en Buenos Aires), el libro de Amara discurre, inteligente y agudo, por un territorio que ya parece propio: la preservación del aburrimiento frente a la hiperactividad del mundo actual, del anacronismo frente a la velocidad, tomado de autores como Cyril Connolly o Iván Goncharov, entre muchos otros. Pero de repente, como una irrupción, Amara incluye también en la tradición del aburrimiento el punk, en especial A Boring Life (Una vida aburrida), tema de The Slits, banda femenina de punk rock, hoy algo olvidada. Y de allí salta a los Sex Pistols y al mejor Iggy Pop. Y entonces el libro cobra una dimensión inesperada y doblemente brillante. El punk como una forma de “devolverle a la sociedad (…) el aburrimiento salvaje que esa misma sociedad les prometía”. Si yo fuera editor de Sexto Piso, le ofrecería a Amara escribir un libro entero sobre el tema.

Publicado originalmente en Perfil

miércoles, 3 de octubre de 2012

Presentación de "La escuela del aburrimiento"

El viernes 19 de octubre, a las 7:00pm, presentamos en Puebla:

La escuela del aburrimiento
(Editorial Sexto Piso)

Con la presencia un tanto bostezante de  
Guillermo Espinosa Estrada y Diego Rabasa


La cita es en Librería Profética (3 sur 701, Centro, Puebla).

Mojitos para el mal sabor de boca del hastío.